Karacha

Macromedia

#draft
#excerpt

(piensa Víctor durante algunas páginas)

Bueno. Ya. Las tres. Víctor todavía se sorprendía de esto de tomarse las cosas con puntualidad. Silla con ruedas, sin audífonos.


El que sí tenía su macbook prendida era Ariel, sentado en uno de los sofás de la sala, que dibujaba cajoncitos redondeados en un tablero gris infinito y que ve, por encima del monitor, cómo Carmela se sorbe, maravillada, el primer bocado de su taza de café.


Rekairus, por su parte, acude al despacho de Tancredo Preta, busto encarnado, que vive en el sarpiñón y en la polvareda, que nunca estará listo para las visitas y a quien nunca se le irá, en vida, el olor a guardado. Rekairus toca la puerta. Tancredo le abre, despeinado. Luce un poco sorprendido.


Se abre la puerta arriba: entra Víctor Serendipia, apurado, con la mac en la mano y camiseta de Magneto.


Retumban las pisadas de Víctor mientras baja las gradas: también un poco a propósito. La puerta está semiabierta. También está abierta la puerta del cuarto de Rekairus, lo cual, considera Víctor, es un riesgo de sanidad innecesario. Va, la cierra, y hasta eso se para CE, que le abre la puerta, y le sonríe, y está puesto una camiseta que dice Karacha. Víctor se dice: “ah, pero tampoco ha estado tan mal”. El pelo grasoso, humedecidas las axilas, pero a días, si no semanas, de cualquier denuncia en el ministerio.